Hace unas semanas, se lanzó la campaña “Si la ansiedad no te cabe en el bolso, la solución tampoco. No cargues con ella tú sola” para sensibilizar la feminización de las adicciones y sus causas invisibles. Davinia Ramírez, directora del Área de Tratamiento, Igualdad y Recursos Socioeducativos y Patricia Martínez, educadora social y creadora del espacio Género y Drogodependencias, nos acercan a la doble discriminación que sufren las mujeres con adicciones.
Según la Estrategia Nacional sobre Adicción, el equivalente al 65% de las personas que consumen hipnosedantes son mujeres y no es ninguna casualidad que esto coincida con la mayor ansiedad y presión que tienen que cargar. Factores como la sobrecarga por los cuidados o los estereotipos de género acaban alimentando una dependencia a estos tranquilizantes. Además, estas pastillas son las elegidas para consumir porque no son tan visibles. Con la llegada de la pandemia, Patricia Martínez ha identificado una nueva suma de angustias como la incertidumbre ante la situación o estar en ERTE.
La campaña #NoCarguesTuSola también se ha enfocado en las desigualdades entre mujeres de diferentes clases sociales, procedencia o sus distintas situaciones. Trabajos como cuidadoras, camareras de piso o empleadas de hogar, tienen una estrecha relación con una mayor ansiedad. Todo esto deriva en que, aunque haya aumentado el consumo de hipnosedantes, su percepción de riesgo no ha mostrado ningún cambio.
Davinia Ramírez, afirma que “las mujeres acuden cuando ya llevan mucho tiempo sufriendo, priorizan el cuidado del otro antes que a ellas mismas, se ponen en último lugar” y Patricia Martínez suma a esto que las mujeres también sufren violencias específicas e incomprensión cuando están en esta situación porque no está tan normalizado ver a mujeres con adicciones. Sin embargo, esta campaña no sólo alienta a estas mujeres a pedir ayuda, sino que invita a personas de su círculo a alzar la voz por ellas.
Otro de los problemas al que nos enfrentamos, y que va por delante de lo tratado en esta campaña, es el estigma social existente sobre las personas con problemas de adicción que les obliga a esconder su consumo. Esto es aplicable tanto a hombres como mujeres, pero en el caso de ellas se las suele encasillar como un grupo igualitario cuando cada una tiene su propia historia y problemas personales.
Sumado a esto, desde sus inicios el tratamiento de drogas tiene una perspectiva androcéntrica. Patricia Martínez explica que “No es tanto que tengamos unas necesidades especiales como que las necesidades que tenemos no están contempladas porque ni siquiera se ven. Por ejemplo, el consumo de psicofármacos está invisibilizado, se medicaliza a las mujeres más que a los hombres”. Esto también coincide con que los hombres suelen ir acompañados de mujeres a programas de ayuda mientras que las mujeres van solas y les cuesta verse identificadas con un problema de adicción.
Por ello, en estos programas de ayuda se busca que las mujeres vean el género como una cuestión estructural, que tiene la necesidad de redistribuir los cuidados y visibilizar esta carga de las mujeres. Desde la Fundación Canaria Yrichen estamos trabajando para mejorar y ayudar a las mujeres para que sean visibilizadas y puedan acceder a recursos. Por ejemplo, se han modificado los horarios porque nos hemos percatado que las mujeres no podían acudir por las mañanas, y se han separado las terapias de grupo por géneros para que se sintieran más cómodas para hablar sobre temas como la violencia o la sexualidad.
Otros objetivos que nos hemos marcado son una comunidad terapéutica femenina en la prisión Juan Grande, colaborar con un proyecto en el Sáhara y renovar la subvención para el proyecto Envejecimiento Activo 3.0 en el que participan 30 mujeres de Gran Canaria y Fuerteventura.
Si deseas escuchar más sobre este tema, puedes escuchar la intervención de Davinia Ramírez en RNE Canarias:
Para más información:
WhatsApp: 621 24 95 59
Área de Compromiso Social y Comunicación